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BELLEZA ETERNA

Cuando le quebraron el pecho, el esófago estaba tan agujereado.
Por fin, en una pérgola bajo el diafragma
hallaron un nido de pequeñas ratas.
Una hermanita yacía muerta.
Las otras se alimentaban del hígado y del riñón,
bebían la sangre fría y pasaron aquí una hermosa juventud.

Gottfried Benn

Desde la imagen que logra entumecer, se revitaliza y a la vez se mortifica la medula pictórica, las capas oleosas donde la teoría unge la practica en el redil histórico.
Estos retratos inertes desarticulan las partes lógicas y distales del sacrificio plástico, la obra provee de belleza a algo que se pervierte en una penumbra estética desprendida de su propia candidez, bajo la norma de una referencia borrascosa a lo doblemente eterno, sitiando desde la manipulación forense los sistemas y membranas que superpuestos ocultan perpetuidades, claramente dentro de la presencia barroca del oscuro temor.
Asociaciones performaticas que aluden no solo a una reimplantación cosmética del otro, del que ya no existe, sino de la propia insinuación erotizada que expele la imagen, el cuerpo de la imagen que sobrepasa su ejecución, su sistemática productiva para construir desde el residuo genético de la historia del arte un tercer cuerpo, invalido de emociones pero capturado en planos de contemplación silenciosos, profundos en el claroscuro que permite recobrar certeros placebos, mórbidas elucubraciones de su factura, extrañas dicotomías que interpelan la fijación de lo finito en la posible veracidad que eso existe o podría llegar a estar vivo, mas allá del horror que desplaza la mediatización clínica de los procesos configurada por colgajos vectoriales que la artista desprende y repone sin dejar huellas de su propio asombro, en una proyección de su piel envestida de materia virtual, versus su pasión y muerte como recurso de una dislocación subjetiva amparada en pedazos, metáforas e insinuaciones fisiognómicas que nos instalan en una avanzada modernidad sin lugar.
Este gesto de recuperación hace de la institución una tumba o un pabellón terminal, fragilizando toda posibilidad de creer en su acontecimiento final.
Contemplamos mórbidamente sus ojos cerrados.

Texto para catálogo de exposicion de Antonia Cruz
Galería ANIMAL - 2009
VHB