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SOBRE LA ESPACIAL VACUIDAD

La contemporaneidad, la vida mas allá de lo habitable, lo palpable del residuo social en su estado de vorágine perecedera, concibe un constante desecho, un estado residual del objeto y las ideas, una particular debacle que genera liviandad, lo efímero como producción que busca resituarse y reponerce en el vacío. Sintomatología del arte actual inserto en procesos mediales de constante reciclamiento ideológico y formal, lo inacabado, lo vacuo de sentido, lo expectante de connotación alienado en una idea de cientos de variables asentadas en las opciones subjetivas, los conglomerados de seguimiento ideológico, las tribus urbanas, las actitudes autoreferentes recogen esta deriva en cuyo arrastre se cruzan las maneras de hacer, entender y producir un acontecimiento creativo estimulado justamente por la “inmensidad de un espacio imaginario”, el terreno basto a ocupar aun no resuelto , la posibilidad frágil de definir esa ocupación provee el cambio de localización del arte, este se reinstala y propone las nuevas estrategias. Una idea de toma y enclave, de fundación de un nuevo efímero con la connotación contemporánea de lo fugaz.

El acto pasajero como una noción del arte de inmediatez que propone una proyección de productos que se expanden para colmar, llenar o reemplazar a modo de prótesis sociológica una filtración en el sistema que se constituye en materia elocuente de las mecánicas de mercado actual, su agotamiento y fatiga en el tiempo estableciendo este otro espacio como sitio y lugar humano. La consecuente pérdida como derrotero destinado a los sistemas comunicantes atenta esta instancia de ingravidad, el sentimiento de la obra romántica se estrella hacia la urbe como modelo de una búsqueda incapaz de invadir los espacios reales de discordia, los campos de lucha mediática, física y cognoscente. Al parecer este nuevo campo baldío propone extraviar por un lado las posibilidades de ser participes de un acontecimiento concreto de sociedad, pero por otra parte oxigena una evacuación inconsciente de contenidos paralelos, espacios semánticos extraños, recluidos en un lugar cualquiera que no posee formas conocidas, sin direcciones, sin limites aprendidos.
La obra expande sus mecánicas y sus tensores al linde de la lógica y el inconsciente pero ahora situada desde otra perspectiva, recostada en la intención y en la actitud con la inestabilidad y fragilidad de los procesos, mas que una certeza de constituirse en algo ya constatado.

El proyecto terreno vago plantea situar a seis artistas a trabajar desde este sitio
expandido, instalando sus discursos formales y conceptuales en una poética que linda entre una visualidad particular y un espacio relativo del campo social, entendido como el sitio emocional y mental de las especulaciones y alcances de relación del arte actual, sus posibles y probables. Se establece una línea paralela de investigación y especulación en sus propias producciones plásticas que abordan desde diferentes disciplinas (pintura, objeto, instalación, audiovisual) un concepto inserto en un sistema económico y social que determina los comportamientos de una sociedad contemporánea en sus manejos, usos y desechos como índices que organizan los grandes sistemas productivos, los cuales se constituyen en las descargas propias de las grandes urbes, ya no como desperdicios alternativos sino como campos de especulación, proclives a su ocupación no solo en lo real de la expresión sino como un terreno de pruebas que se extrapola a las propuestas visuales de cada artista.
VHB