MEMORIA UNPLUGGED

Deshojar la ciudad desde su temporalidad, definiendo los mecanismos y las operaciones para su re-descubrimiento en procesos manufacturales pertenecientes a su construcción modernista, descifrando-deshilando periodos y procesos histórico-culturales desde una operación visual – Decollage - que se resitúa en la contención de lo prohibido por un sistema, la acción urbana clandestina como operación de borde. La ciudad resguarda en la investidura social su propio registro, alcanzando formas nuevas que argumentan su devenir marcando notoriamente un progreso solapado en el soporte propio que la contiene: el acontecimiento diario, el propio uso de la urbe, sus calles, sus muros, sus veredas, sus afiches.
La urbe se constituye aquí en el recolector anónimo de acontecimientos que van siendo repuestos en una dialéctica de borradura, política impositiva de las vanguardias, en este caso una precaria sobreimpresión de la imagen. Mecánica que opera como ejercicio cotidiano de renovación al refrescar la información, pero sin tomar en cuenta el débito que generan estas yuxtaposiciones, sustratos socioculturales que se constituyen en soportes silenciosos articulados por el tiempo y su desgaste cotidiano.

El proyecto Huella Pública escanea estas placas sociales, operando desde la prospección para definir el espacio visual a socavar, decodificando muros doblegados por cúmulos de afiches, capas pictóricas y matéricas que hacen soporte informante temporal, sin eliminar información, sino al contrario almacenándola a modo de una veladura eterna que encubre y a la vez denuncia un grito cultural cacofónico, un campo expresivo que esta vez es domesticado para descubrir quirúrgicamente su contenido y reinstalarlo, desde otra localización, en un nuevo manto comunicante, sedimento visual que actúa a la inversa, precisamente, de las políticas de la imagen contemporánea.

Arqueología urbana – Decollage

“Los artistas recuperan los objetos de la sociedad para hacer reliquias, símbolos potentes del consumo. Siendo el objetivo transformar un objeto de culto de nuestra sociedad y hacer algo distinto, a través de sus formas.
La escuela nizarda ha venido a enseñarnos la belleza de lo cotidiano.
Hacer del consumidor a un productor de arte. Una vez que un ser se integra en esta visión, ser vuelve muy rico, para siempre.”

El proyecto Huellas Públicas recupera efectivamente ciertas operaciones del nuevo realismo, para asignarles una tarea especifica, recodificar el tiempo mediado por las imágenes superpuestas y hacer aparecer un estatuto de obra actualizada, barniz ecléctico que sitúa al artista en una versión refinada de las nuevas concesiones que el arte otorga y calla.

Desgarrando, trozando, mutilando los espacios públicos, se comienza a articular una secuencia serial de procesos visuales, formales y conceptuales que permiten reinterpretar los ismos y volver a instalarlos en discursividad, en
términos de una ocupación mecánica de las herramientas sensibles, una forma productiva que bajo la idea de la interpretación desenchufada vuelve a los orígenes emocionales del hacer, definiendo un sistema y un proceso de obra que maniobra en una plataforma versátil, contemporánea en la medida que resemantiza, no solo el sentido del material recuperado de la ciudad, sino que pone en cuestión los procesos visuales y artísticos con cruces inesperados, cuya resultante podría estar en el linde de lo medial y lo artesanal, de lo claramente subjetivo en el hacer mismo y lo fiscal en el proceso.

Esta ambigüedad procesual proporciona al proyecto una luz oculta de seducción donde se guiña constantemente con las extensiones relacionales del arte y las clásicas operaciones de la imagen, recalcando la meticulosa operación del Decollage bajo otra ladera de pensamiento. Se reanuda acá un sistema de análisis del pasar social urbano, en un tiempo determinado, pero que en el momento de su ejecución empírica toma la distancia de enfoque para crear desde una nebulosa sensual, poética que nos retorna a la mas concreta materialidad, a la condición emocional y sensible del constructor de sueños, de cosas que no existen donde todo aporte sociopolítico queda exangüe para volver a proponernos el discurso de lo real como medio de diseminación plástica, la manufactura, el error, el descubrimiento, el desvestir la ciudad sin mayor claridad que lograr encontrarnos algo que proponga confundirnos, que incite a un momento de asombro, como los recuerdos, como los sueños.

Cada etapa sustraída da cuenta de un gesto, como cada capa de papel o pintura es un componente visual de este nuevo código de-constructivo, que constituye el registro efímero de nuestra cultura contemporánea, donde cualquier ecuación estética para rehabilitar este corpus sonoro, comunicante, es permeable a ser silenciada desde la teorización de su propia génesis sensible, por esta razón cabria comprender ese traslado al campo visual, justamente por conseguir contener en un espacio indescifrable, la posibilidad solicitada de percibir lo que esta atrás y luego mas atrás de lo real.

Un espacio poético suspendido entre gestos públicos y la mirada privada que los recopila en un transito cotidiano que se detiene en otro devenir paralelo, siempre encubierto por una nueva dermis sensorial. Este trabajo recompone así un tiempo visual crítico y lo asienta en un universo sensible determinado, no solo por su propia definición social sino por su enclave en la propia historia del arte, como lenguaje, forma, sistema y normativa, despojada de su acepción concreta, alcanzando en un momento el obligado espacio de lo indecible.
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Texto para catálogo de exposición de Felipe García Huidobro
en Galeria Puntángeles, Valparaiso - 2009

VHB